Escuela de familias

Continuamos con la escuela de familias y hoy te traemos un Taller informativo sobre el aprendizaje de las nuevas tecnologías, en el que abordaremos problemas como la adicción, cuanto tiempo debe estar un menor expuesto a las pantallas digitales, la educación en las TIC y mas problemas del día a día.

Descubre Servicios Sociales. Renta Mínima de Inserción Social.

RENTA MÍNIMA DE INSERCIÓN SOCIAL EN ANDALUCÍA

La Renta Mínima de Inserción Social en Andalucía (RMISA), aprobada
mediante Decreto-Ley 3/2017, de 19 de diciembre, regula la prestación económica orientada a la erradicación de la marginación y la desigualdad y a la lucha contra la exclusión social que deberá incorporar un itinerario a través de un Plan de inclusión socio-laboral.


DESTINADA A:
Unidades familiares (unipersonales o pluripersonal) que tengan vecindad
administrativa en cualquiera de los municipios de Andalucía (es decir, que se encuentre residiendo y estén empadronados en cualquiera de los municipios de Andalucía), y cuyo titular (solicitante) se encuentre en las siguientes edades:

a) Entre 25 y 64 años (ambos inclusive).
b) 18 y 24 años, ambos inclusive, con alguna de las siguientes
circunstancias:
a. Tener menores o personas con discapacidad a su cargo
(incluyendo tutela / acogimiento familiar).
b. Ser huérfano/a de ambos progenitores.
c. Haber sido víctima de violencia de género acreditada.
d. Haber estado al menos en el año anterior al de cumplimiento de
la mayoría de edad bajo la tutela de un sistema de protección
de menores.
e. Tener un grado de discapacidad igual o superior al 33%.
f. Constituir unidad familiar sin menores a cargo, siempre que
el/la solicitante haya vivido de forma independiente al menos
dos años antes de solicitud (en domicilio diferente al de sus
progenitores).
g. Encontrarse en una de las situaciones establecidas como de
urgencia o emergencia social.

  • Urgencia social: víctima de violencia de género,
    explotación sexual o laboral en redes de trata de
    seres humanos, en proceso de desahucio u otras
    excepcionales de pérdida de vivienda habitual,
    etc…
  • Emergencia social: pérdida de vivienda habitual
    por catástrofe (incendio, derrumbe, otros) que
    obligue al desalojo.

c) Que tengan 16 o 17 años, que se encuentren emancipadas, y tengan
alguna de las siguientes circunstancias:
a. Tener menores o personas con discapacidad a su cargo.
b. Haber sido víctima de violencia de género acreditada.
c. Encontrarse en una de las situaciones establecidas como de
urgencia o emergencia social.

  • Urgencia social: víctima de violencia de género,
    explotación sexual o laboral en redes de trata de
    seres humanos, en proceso de desahucio u otras
  • excepcionales de pérdida de vivienda habitual,
  • etc…
  • Emergencia social: pérdida de vivienda habitual
    por catástrofe (incendio, derrumbe, otros) que
    obligue al desalojo.

d) Personas mayores de 65 años, que acrediten debidamente tener a su
cargo personas menores de edad (y no exista en la unidad familiar otra
persona integrante que se corresponda con las anteriores).

SI TE ENCUENTRAS DENTRO DE DICHA POBLACIÓN DESTINATARIA,

AÚN ASÍ, HAY QUE SER CONSCIENTE, QUÉ:

Tanto el solicitante, como el resto de miembros de la unidad familiar deberán cumplir los siguientes requisitos.

REQUISITOS:

  • Ostentar la VECINDAD ADMINISTRATIVA EN ANDALUCÍA (todos/as los miembros de la unidad familiar).
  • Encontrarse EMPADRONADOS, de forma estable (toda la unidad familiar) como residentes en el mismo domicilio AL MENOS UN AÑO ANTES A SOLICITUD. (Aunque existen excepciones para personas sin hogar, víctimas de violencia de género, víctimas de trata con fines explotación sexual o laboral, etc..)
  • Estar inscritos en el Servicio Andaluz de Empleo (SAE) como DEMANDANTES DE EMPLEO NO OCOUPADO/A (todos/as los miembros de la unidad familiar mayores de 16 años, excepto aquellos que se encuentren cursando formación reglada o sean cuidadores reconocidos/as de personas dependientes).
  • Disponer (la unidad familiar) de RECURSOS MENSUALES INFERIORES A LA CUANTÍA QUE LES CORRESPONDIERA de la Renta Mínima de Inserción Social en Andalucía.
  • No disponer (los miembros de la unidad familiar) de dinero efectivo, o bajo cualquier título, valor, derecho de crédito o depósito bancario de un importe superior a 10 veces el IPREM.
  • SUSCRIBIR (solicitante y mayores de 16 años integrantes de la unidad
    familiar) el COMPROMISO DE PARTICIPACIÓN Y CUMPLIMIENTO DEL PLAN DE INCLUSIÓN SOCIOLABORAL.
  • El / la solicitante debe estar dada de alta en el censo de la Agencia Estatal de la Administración Tributaria.

SIVOA

Ley 9/2016, de 27 de diciembre, de Servicios Sociales de Andalucía. Comunidad Autónoma de Andalucía.
BOJA núm. 248, de 29 de diciembre de 2016. BOE núm. 18, de 21 de enero de 2017Referencia: BOE-A-2017-657

EL SIVOA es un
SERVICIO, que se presta en los Centros de Servicios Sociales Comunitarios de la localidad de residencia de:
INFORMACIÓN y orientación, a la persona y, en su caso, unidad de convivencia sobre los RECURSOS DEL SISTEMA PÚBLICO DE SERVICIOS SOCIALES y otros sistemas de protección social, en función de las necesidades y demandas manifestadas.
VALORACIÓN y diagnóstico a la persona y, en su caso, unidad de convivencia, así como la prescripción facultativa de recursos y prestaciones sociales más adecuados para la atención de las necesidades sociales diagnosticadas.
ORIENTACIÓN, proporcionando un apoyo técnico, personal, acompañamiento y seguimiento en todo el proceso de intervención y evaluarlo.
ASESORAMIENTO, articulando respuestas integrales a las situaciones de necesidad de la persona y garantizar la continuidad de la atención y/o canalizando a la persona y/o unidad de convivencia hacia otros profesionales del equipo interdisciplinar del centro de servicios sociales comunitarios cuando se requiera de una intervención más específica, así como, en su caso, orientar o derivar hacia otros sistemas de protección social.


Los prestan los TRABAJADORES SOCIALES de los Centros de Servicios Sociales Comunitarios, de manera que cada persona y, en su caso, unidad de convivencia que acceda al Sistema Público de Servicios Sociales de Andalucía se le asignará un PROFESIONAL DE REFERENCIA, dependiendo de la zona de la localidad en la que resida.

Puedes encontrarnos en la calle Miguel Hernandez Sin numero (junto al centro de salud) o contactarnos en el teléfono 953451261.

La emoción de la vergüenza

La persona que siente vergüenza experimenta un gran malestar al negarse a sí misma e intentar adaptarse a las expectativas de los demás.

«¿Qué van a pensar de mí si explico realmente como me siento?», «Espero que no me pregunten, lo pasaría fatal si tuviese que responder delante de todos» o «Soy incapaz de hablar ante un gran público, me pongo demasiado nerviosa» son expresiones muy comunes de quienes tienen a la vergüenza como compañera de vida.

Evitar destacar, huir de cualquier momento en el que se pueda llamar la atención o rechazar invitaciones a opinar o realizar determinadas actividades son mecanismos desarrollados por esta emoción. La vergüenza desea que nos volvamos invisibles y para ello, es capaz de poner en marcha mil y una estrategias. Ahora bien, ¿qué más se esconde detrás de esta emoción? ¿cuál es su trasfondo? Profundicemos.

«Una de las emociones más poderosas en el mundo es la vergüenza y representa el miedo de que no somos lo suficientemente buenos».

-Brené Brown-

El obstáculo de la vergüenza

La vergüenza es la enemiga de la visibilidad, de la presencia. Es una emoción difícil que aparece para ocultar quiénes somos porque el miedo y la inseguridad le han informado de que lo pasaremos mal.

Según la doctora en psicología Mª José Pubill, la persona que experimenta vergüenza vive atemorizada por el miedo a que los demás descubran sus debilidades, que no son otras que ser ella misma.

La semilla que origina la vergüenza suele encontrarse en experiencias vividas en la infancia o adolescencia.

Mujer tapándose la cara

El origen de esta emoción suele encontrarse en una experiencia en la que la persona sintió o le hicieron sentir que no fue correcta, que no se comportó como debía y que en definitiva, su comportamiento no fue normal. De esta manera, quedó tan marcada por la inutilidad y la invalidez que evita a toda costa ser imperfecta o que al menos los demás la consideren así. Es tanto su miedo que, a veces, el bloqueo surge como defensa para protegerla, a la vez que se sumerge en un profundo estado de frustración por no llegar a ser la persona en la que desea convertirse.

Ahora bien, tener vergüenza implica por un lado, experimentar emociones como la culpa y el miedo y por otro, mecanismos como la perfección y el control para superar el sentimiento de inadecuación. El problema es que más allá de ayudar suponen todo lo contrario: una obstaculización a la hora de crecer y evolucionar.

No obstante, si vamos un poco más allá nos daremos cuenta de que la vergüenza implica una falta de respeto y tolerancia a uno mismo y en definitiva una baja autoestima.

Vergüenza y autoestima: ¿cómo se relacionan?

La vergüenza es ese miedo a ser, a mostrar lo que uno es, a optar por ser invisible para evitar ser objetivo de críticas y calificado como no válido. Por lo tanto, experimentar esta emoción implica una falta de respeto y tolerancia a uno mismo y por ende, una baja autoestima fruto de estar en un segundo plano.

La vergüenza envuelve a la persona en un filtro negativo y de autodesprecio, a partir del cual se percibe como frágil y débil, a la vez que se enfada por ello.

Así, tener vergüenza es no sentirse cómodo en la propia piel, es no reconocerse y recorrer el camino de la desconfirmación sobre lo que uno es de manera progresiva. De esta manera, poco a poco se va apagando la iniciativa de ser el capitán que dirige el timón de la propia vida así como la sensación de poder personal.

Quien experimenta esta emoción pone en manos de los demás la valoración de sí mismo porque únicamente es capaz de verse a través de las miradas ajenas. Vive hacia afuera, pensando en el qué dirán, experimentando ansiedad cada vez que percibe que no es apropiado y desconectado de su interior. Su escenario está repleto de sufrimiento y exigencia.

La persona que tiene como núcleo de su vida a la vergüenza se niega a sí misma para adaptarse a lo que creen que se espera de ella.

Mujer triste mirando por la ventana

Echar a un lado los miedos para hacerse visible

A pesar de que esta emoción está considerada como una de las más complejas es posible trabajar con ella para disminuir su protagonismo y hacerla desaparecer. Ahora bien, ¿cómo derrotar a la vergüenza? Mejor dicho, ¿qué hacer para volvernos visibles, para valorarnos?

El primer paso comienza por reconocer y aceptar que sentimos vergüenza, es decir, que esta emoción forma parte de nuestro universo emocional. Una vez identificada, lo ideal es reflexionar sobre sus consecuencias, sobre el peso que tiene en nuestra vida y de qué manera nos limita, qué nos impide llevar a cabo.

Si lo hacemos con sinceridad, descubriremos que nos hemos vuelto invisibles a nuestros ojos y que nos medimos y valoramos según un baremo establecido por los otros. La cuestión es que no existe ningún baremo correcto ni adecuado, sino que lo establecemos nosotros, al igual que los pasos y el camino que queremos recorrer.

El siguiente paso sería decidir conocernos, conectar con nosotros y mostrarnos tal y como somos, es decir, comenzar a ser visibles. Ahora bien, no será fácil y más si hemos estado durante muchos años ocultos tras un personaje que se comportaba según esperaban los demás. La buena noticia es que nunca es tarde para darnos una oportunidad y convertirnos nuestro mejor amigo.

Localizar la situación a partir de la cual comenzó todo también puede ayudarnos, ya que nos proporcionará información sobre en qué momentos sufrimos y nos exigimos más. Además, este punto de inicio será clave para comprender la profundidad de nuestra herida, que no es otra que la traición a uno mismo y la vivencia de creer haber fallado a los demás.

«Vencer la vergüenza es convertirse en un ser adulto capaz de transformarse en rey o la reina de un nuevo país: nuestro yo».

-María José Pubill-

Mujer con miedo a la soledad mirándose a un espejo

Un ejercicio muy poderoso para hacernos visibles es ponernos frente a un espejo y observarnos sin tener en cuenta todo aquello que creemos que piensan los demás sobre nosotros.  ¿Qué vemos? ¿Cómo somos? ¿Cuáles son nuestras cualidades? ¿Qué necesita la persona que estamos viendo? La idea es liberarnos de las expectativas, de esas trampas mentales que nos impiden ser nosotros y ganar en seguridad. No somos mejor ni peor que nadie y compararnos tampoco es la solución, sino reconocer y sentirnos válidos.

En algunos casos puede que carguemos con sentimientos de rabia hacia la persona que en un primer momento nos recriminó que no lo hicimos bien. Para liberarla podemos escribir o simplemente pensar sobre qué le diríamos a esa persona. De esta forma, contactaremos con la carga que supone experimentar vergüenza para luego soltarla.

Como vemos, tener vergüenza supone mucho más que pasarlo mal en un momento determinado. Esta emoción induce a ser esclavos de las expectativas de los demás, a despreciarnos y en definitiva, a ser invisibles. De ahí que aprender a conectar con nosotros para conocernos y valorarnos sea fundamental para ganar en seguridad y tener presentes que no se trata de ser perfectos sino íntegros para saborear el bienestar.

«La liberación es no sentirse ya nunca más avergonzado de uno mismo”.

-Friedrich Nietzsche-

Distorsiones Cognitivas

¿Tu hija o hijo presenta Distorsiones Cognitivas?
Al igual que los adultos, los niños o adolescentes pueden presentar distorsiones cognitivas. Son errores en las interpretaciones de las situaciones de la vida diaria del menor que causan mucho malestar a nuestros pequeños.

En esta imagen aparecen recogidos unos ejemplos de distorsiones que pueden aparecer.

La presencia de estas no debe ser ignorada pues si nuestro/a hijo/a crece y automatiza este tipo de distorsiones le generarán entre otros: Baja autoestima y autoconcepto, Inseguridad, Trastornos de ansiedad y depresión…

Para aquellas situaciones más graves o agudas, debemos ponernos en manos de los especialistas que nos ayudaran a gestionar y resolver el problema.

La Serenidad

¿Podemos mantener la calma en los momentos difíciles? ¿Somos capaces de permanecer serenos cuando nos agraden? ¿Es posible no reaccionar con violencia y reflexionar antes de actuar?

Cristophe André, médico psiquiatra y psicoterapeuta, autor de libros científicos y de divulgación científica vendidos en gran parte del mundo, cree que sí; y afirma que tener o no tener serenidad no es sólo una condición genética sino que también se puede aprender.

La serenidad es un estado de ánimo que hay que construir y que surge como resultado de determinados esfuerzos.

Sin duda viviríamos en un mundo mejor si fuéramos capaces de controlar los impulsos; las relaciones personales serían más estables y duraderas, la gente reflexionaría más porque no se dejaría llevar por las pasiones ni por influencias externas, disminuiría la tensión en el ambiente, no habría razón para estar preocupado, aumentaría la concentración mental y la paciencia, y todos seríamos más libres y compasivos.

La violencia siempre está dirigida inconscientemente hacia uno mismo, cuando no tenemos paz interior y se proyectan hacia afuera las propias frustraciones.

Las frustraciones se relacionan con las expectativas, pero no con todo aquello que esperamos de nosotros mismos sino con lo que esperan los demás de nosotros.

La inquietud interior y la disconformidad nos vuelven agresivos y no nos permiten vivir cada instante como si fuera el último, sin sembrarle la sombra de los resentimientos del pasado.

El hacer ha reemplazado al Ser, o sea que la acción ha anulado la contemplación y somos incapaces de disfrutar de las experiencias porque no podemos parar.

No se trata de sentarnos a meditar en el silencio de la soledad, sino de aprovechar para estar con nosotros mismos durante los momentos vacíos de acción, o sea en los intervalos de tiempo que nos depara nuestra actividad, sin apresurarnos a utilizar el celular, ni ponernos a escuchar música, ni dedicarle esos minutos a la lectura.

Parar para conectarse con el si mismo es la primera regla de la práctica de la serenidad, sentir que estamos vivos, identificar el estado de ánimo y tomar conciencia de los pensamientos que ocupan la mente.

Otra de las reglas importantes es aceptar las emociones y atreverse a observarlas para detectar qué parte del cuerpo se asocia con ellas.

Estas prácticas aumentan el conocimiento de uno mismo y nos ayudan a ver la relación entre el cuerpo y la mente.

Los estados de ánimo son el resultado de cómo elaboramos las emociones, por eso es importante saber cómo las experimentamos, sin son ellas las que nos dominan a nosotros o si somos nosotros los que las controlamos.

Al margen de nuestro estado de ánimo, los acontecimientos ocurren igual a nuestro alrededor y perder el control de las emociones no nos permite actuar en forma reflexiva para hacer lo mejor.

Lograr el equilibrio emocional es posible si evitamos preocuparnos por cosas que aún no han sucedido; si le damos más importancia a las cosas de la que tienen; si nos empeñamos en mantener el control y no aceptamos las cosas como son; si aceptamos que no somos perfectos, si podemos vivir en la incertidumbre con confianza, si aceptamos que los problemas son desafíos, no obstáculos, si reconocemos que estamos en este mundo de paso y que todos algún día tendremos que abandonarlo.

Fuente: “El aprendizaje de la serenidad, Cristophe André, Ed.Kairós.

Trastorno de la ansiedad

En los Trastorno de Ansiedad Generalizada es común encontrar una seria de errores de pensamiento, que provocan en las personas que lo padecen, un gran deterioro en todas las áreas de su vida: personal, laboral, familiar y social.

Los pensamientos más comunes aparecen recogidos en esta imagen.

Todos los pensamientos que aparecen deben ser trabajados para eliminarlos y desecharlos de nuestras vidas. Son pensamientos que nos bloquean, impiden que busquemos o solucionemos el problema y generan emociones negativas con mucha carga emocional.
Para ello siempre es recomendable ir trabajándolos por separado e ir refutando o reformulando esos pensamientos en otros positivos, que nos ayuden a sentirnos mejor y nos permitan superar y gestionar la situación problema de manera exitosa.
Practicar deporte, andar, participar en actividades sociales, hacer relajación y respiración diafragmática, también son recursos que podemos utilizar y que nos ayudán a reducir la Ansiedad.

Para aquellas situaciones más graves o agudas, debemos ponernos en manos de los especialistas que nos ayudaran a gestionar y resolver el problema.